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Metatrón: el patrón que todos conocen, pero nadie predica

Está en el centro de todo… pero nadie lo nombra.

Un patrón más antiguo que los nombres.
A lo largo de los siglos, las grandes religiones del mundo han invocado nombres distintos. Dioses, profetas, arcángeles, sabios. Pero detrás de todos ellos, en el silencio de sus símbolos y la geometría de sus templos, han estado describiendo el mismo patrón.
Un diseño sagrado.
Un código universal.
Un mapa escondido a plena vista.
Escultura del escultor madrileño, Matías Jiménez García, natural de Pozuelo de Alarcón, fallecido en 2001, dejando el legado de su obra única como portal 
Judaísmo místico: Metatrón y el Árbol de la Vida

En la Cábala, ese patrón fue llamado Metatrón. Un ser angelical, inefable, que nunca habla directamente. Fue ocultado en los caminos del Árbol de la Vida, rodeado por un silencio que no se rompe. No como negación, sino como custodia.
Cristianismo esotérico: Enoc, arte y proporción

Para la tradición cristiana esotérica, el mismo patrón se reveló en la figura de Enoc, quien “caminó con Dios” y fue transformado. Su huella persiste en la geometría sagrada, en el arte medieval, en la proporción áurea y en la cruz del Crismón, ese símbolo que es más que una cruz: es un portal.

Sufismo: Idris, Hermes y la ciencia divina

El islam místico también reconoció el patrón, aunque lo llamó Idris, el profeta que ascendió sin morir, el mismo que los antiguos griegos llamarían Hermes Trismegisto. Fue él quien trajo las ciencias divinas, quien habló del equilibrio entre cielo y tierra, y de las claves que abren las puertas entre mundos.

Tres símbolos.
Un mismo origen.
Y aunque ninguna tradición lo colocó en el centro de su altar, todas lo reconocieron. Hoy, su rastro sigue visible —si sabes dónde mirar—.

El círculo, símbolo de lo eterno.
El triángulo doble o estrella de seis puntas, unión de opuestos.
El cubo, la forma perfecta en el plano tridimensional.
No son ornamentos.
No están ahí por gusto.
Están porque son fragmentos del mismo diseño: Metatrón.

El patrón no se predica. Se revela. No se trata de fe. Ni de dogmas. Estamos hablando de un patrón vivo, que atraviesa culturas, símbolos, arquitecturas y silencios. Un diseño que todos —sin saberlo— han estado resguardando.
Entonces… La pregunta ya no es: ¿Quién tiene la verdad? La verdadera pregunta es: ¿Estás listo/a para ver el patrón completo?

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