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Comunicación en pareja: por qué expresar lo que sientes no es “ser tóxico”

La palabra tóxico se ha convertido en un término comodín

Hablar lo que incomoda es amor. Callar y fingir que todo esta bien es, sin embargo, veneno.
En tiempos donde las redes sociales y los discursos sobre “relaciones sanas” abundan, la palabra tóxico se ha convertido en un término comodín. Sin embargo, desde una mayor consciencia: no todo lo que incomoda en una relación es tóxico, y callar lo que duele puede ser mucho más dañino que decirlo.

En una cultura que a menudo premia la armonía superficial, muchos evitan hablar de sus emociones por miedo a “parecer dramáticos” o “provocar una pelea”. Pero la comunicación honesta es, según mi humilde opinión, uno de los pilares que sostienen una relación saludable.
“No es tóxico decirle a tu pareja lo que te molesta. Tampoco es tóxico hablar de lo que te incomoda o te hace sentir inseguro. Eso se llama confianza”.

He de subrayar que una relación no se construye solo con momentos felices, sino también enfrentando los conflictos de manera abierta.
El problema es que se ha popularizado la idea de que discutir o señalar una inconformidad es sinónimo de conflicto destructivo. Esto lleva a muchas personas, sobre todo mujeres que a menudo me consultan, a acumular silencios que, con el tiempo, se convierten en resentimiento.

Sin embargo, guardar lo que se siente por miedo a incomodar es peligroso. Es como una gota de veneno que se acumula cada día en el vínculo.

El verdadero problema no es pedir explicaciones o expresar desacuerdos, sino la falta de escucha y validación.

Tóxico es que la otra persona te haga sentir que hablar de lo que te molesta está mal. Tóxico es creer que el silencio protege la relación, cuando en realidad la erosiona.

La clave, está en diferenciar entre comunicación constructiva y ataque personal.

Hablar de lo que duele no es buscar culpables, sino entenderse mejor. Se trata de decir “esto me afectó” en lugar de “tú siempre haces lo mismo”, y de escuchar sin ponerse a la defensiva.

En definitiva, las relaciones sanas no son aquellas donde nunca hay desacuerdos, sino las que saben enfrentarlos con respeto y cuidado. Expresar lo que sientes no es un acto de toxicidad, sino de amor y compromiso. Porque al final, lo que destruye una relación no es el conflicto… es el silencio.

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