Welcome to FANNY JIMENEZ Official Website

Los mapas del cielo en papel: un grimorio renacentista entre la fe y la magia

En una época en que la frontera entre religión, ciencia y arte aún era difusa, los grimorios —manuales de magia ceremonial— circulaban como libros de conocimiento prohibido.

En los siglos XVI y XVII, cuando la imprenta aún era joven, comenzaron a circular en Europa manuscritos que no estaban destinados al público común. Eran los grimorios, manuales de magia ceremonial que recopilaban fórmulas, diagramas y nombres sagrados con los que el practicante buscaba comunicarse con inteligencias invisibles.

Una de las láminas más enigmáticas de esa tradición es la que muestro aquí, heredera de la magia salomónica y difundida en volúmenes como el Heptameron, atribuido a Pietro d’Abano y reimpreso en diversas lenguas a lo largo del Renacimiento.

Lo primero que salta a la vista son los sigilos de siete arcángeles: Miguel, Gabriel, Samael, Rafael, Sachiel, Anael y Cassiel. Estos glifos no eran adornos caprichosos, sino “firmas celestiales”, compuestas a partir de alfabetos mágicos como el Celestial y el Malachim, que circularon en manuscritos hebreos y cristianos medievales. Reproducirlos con precisión equivalía, en la lógica del mago, a invocar la presencia espiritual de la entidad, del mismo modo que un sello real garantizaba la autoridad de un documento.

Debajo, dos diagramas completan el conjunto operativo. A la izquierda, un círculo protector rodeado por nombres divinos —Emanuel, Sabaoth, Adonay, Tetragrámaton, entre otros—, dentro del cual se inscribe un triángulo. Esta geometría no es decorativa: el círculo era el espacio seguro del practicante, mientras que el triángulo marcaba el lugar de aparición del espíritu invocado. La barrera entre uno y otro aseguraba autoridad y contención.

A la derecha, una tabla zodiacal distribuye las influencias de Aries, Leo y otros signos se disponen en correspondencia con los planetas y las inteligencias celestes. Aquí se revela la cosmovisión integral de la magia renacentista, un rasgo común en los manuales impresos en Lyon, Venecia o Basilea. Para los lectores de la época, invocar un ángel no era suficiente: era necesario sincronizar la operación con la hora planetaria y la correspondencia estelar adecuada.

Esta lámina, por tanto, es mucho más que una ilustración al uso, es una máquina mística de precisión; no un simple ornamento, sino un diagrama para manipular las corrientes invisibles que enlazan cielo y tierra. En ella laten las tres claves de la tradición occidental de la magia ritual: jerarquía espiritual, correspondencia cósmica y geometría sagrada.

Quien poseía y comprendía estos símbolos no solo leía un libro: se adentraba en la gramática secreta con la que los antiguos magos buscaban conversar con lo eterno.

Es un testimonio del modo en que la cultura impresa del Renacimiento difundió herramientas rituales que hasta entonces habían circulado en manuscritos restringidos. En ella se condensa la cosmovisión de los magos cristianos de la época: un universo donde el lenguaje, la geometría y las estrellas podían ser organizados en diagramas capaces de abrir un diálogo con el cielo.

+